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Príncipe:

Te escribe la bruja maldita que en algún momento ambicionó ser princesa de un cuento inútil donde ni un castillo decente pudo existir.

Príncipe querido, he decidido que no haya un ingenuo final feliz, ni el perdón anhelado que todos los entes divinos suelen otorgar.

Te creíste tan perfecto, te veía tan galán, pero no más. Las personas que tienen amor propio no andan por ahí escupiendo a las demás.

Príncipe marchito, acorralado por su código de educación, que denigra a las féminas por tener un pedazo de carne extra más que la mujer. Por favor, la parte superior de la dama es proporcionable físicamente.

Me siento roída. Mujer atormentada, por los griegos, por filósofos, por espartanos, por la iglesia, por la caótica sociedad, por la historia, por la literatura, por la ciencia, por el arte. Por la misma mujer que se ha creído la basura que sólo sirve para fingir ser alteza, inmaculada, limpia, hermosa, voluptuosa y que sepa bordar. Es una farsa, yo me pincho los dedos.

Príncipe violento, he decidido que no quiero ser más una bruta princesa. Soy la bruja maldita que te está abandonando, porque no eres un príncipe, eres un soberbio afeminado y llorón. Eres el títere de esta sociedad a la que pertenecemos, y te desenvuelves alrededor de ideologías de nuestros antepasados, los caníbales. Eres lo que te dijeron que debías ser.

A mí me indicaron: siempre callada, bonita y obediente. Pero yo quiero ser hechicera que grita, que aprende, que conoce, que piensa. No tu sirvienta, no tu vagina, no tu madre.

Que los astros me esperan cuando anochece y de día me dan la oportunidad de observar el movimiento de la vida. Que los libros me han de indicar por dónde seguir. Que la devoción trasmitida por mis cordones umbilicales demuestra el cariño verídico de la humanidad, sin pedir absolutamente nada de regreso.

Viento, revuelve mis meditaciones, fuego, quema mis violencias, agua, ahógame en los reales trastornos, elevaciones, sensiblerías del alma, tierra, enraízame a la madre naturaleza para no lastimarla más.

Y tú farsante, tú farsante contigo mismo, al infierno te puedes ir. Ni siquiera Satán quisiera conversar contigo, iletrado, pelele, flojo, un príncipe que no es príncipe.

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Información Sobre el Artículo
Carta de una bruja al soberano afeminado
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Nombre del Artículo
Carta de una bruja al soberano afeminado
Descripción
Te escribe la bruja maldita que en algún momento ambicionó ser princesa de un cuento inútil donde ni un castillo decente pudo existir...
Autor
Editor
Los Tacones de josefa

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