Por: Valerie Hernández
La ola rosa (es decir películas con mujeres como protagonistas) llegó a Hollywood desde hace algunos años y ahora a nuestra plataforma favorita de streaming con películas como “Wine Country”, “Someone Great” y sátiras como “Isn’t Romantic?” por mencionar algunas.
Ya sea por el ambiente contemporáneo en el que estamos viviendo o por los movimientos como Me Too y Time’s Up. El año pasado, las películas favoritas para la temporada de premios, la mayoría eran historias centradas en mujeres (desde “La Favorita” hasta “los Increíbles 2”).
Además, qué decir de ese glorioso 2017 donde las tres películas más taquilleras tenían protagonistas femeninas (Star Wars: The Last Jedi, La bella y la bestia, y Wonder Woman) demostrando que las historias dirigidas por mujeres pueden tener éxito comercial.
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Entonces, ¿eso quiere decir que las mujeres ya no la tendrán difícil en Hollywood y ahora serán consideradas artistas en lugar de objetos? No exactamente. En esta era post-Weinstein donde las mujeres dominamos y movemos la economía, aun así Hollywood prepara a las mujeres a fallar.
Dinero, dinero, dinero
Las mujeres tenemos el poder de gasto, o como lo expresó Harvard Business Review: «Las mujeres ahora dirigen la economía mundial». Nuestra contribución en entretenimiento (música y películas) supera a los mercados de más alto crecimiento como China e India, lo que confirma que la economía femenina tiene un potencial comercial muy lucrativo, y Hollywood lo sabe.
Sin embargo, su enfoque ha sido el famoso efecto “Jane Wick”, donde franquicias exitosas se rehacen con mujeres como protagonistas. Como ejemplo tenemos: Ghostbusters, Ocean´s 8, the Expendabelles, The Nice Girls y Lord of the Flies. Pero simplemente este fenómeno no beneficia a las mujeres.
Estos remakes que solo intercambian el género de los protagonistas, por supuesto es más incluyente hacia las mujeres, pero los estudios aún no confían en las directoras y escritoras para que cuenten las historias. Así que el resultado es una mala película con mala prensa, malas ganancias y, en última instancia, una mala narrativa que continúa rodeando a las mujeres en la industria del cine.
Entonces el verdadero problema para las mujeres en Hollywood está detrás de la cámara. En 100 de las principales películas en 2017, las mujeres tan solo representaron el 8% de los directores, el 10% de los escritores, el 15% de los productores ejecutivos y el 24% de los productores. Y no es ningún secreto que para que las historias femeninas realmente funcionen, necesitamos que las cineastas mujeres sean las que las cuenten.
Nuevas narrativas
Por supuesto no todo esta perdido. Algunas historias de éxito son la exitosa película de espionaje de Angelina Jolie: Agente Salt, originalmente escrita para Tom Cruise (quien rechazó el papel, por considerarlo similar a su personaje de Misión Imposible). En lugar de someter a otro actor masculino, el nombre de Jolie surgió y la trama completa fue reelaborada para adaptarse mejor a una protagonista femenina.
Otro ejemplo es Bridesmaids, que si bien sigue la fórmula de The Hangover, muestra un aspecto diferente de como los filmes de mujeres deben ser. Muestra una realidad con ciertos toques de excentricidad cómica, pero trata temas de pareja, carrera y amistad. Se aleja del clásico estereotipo de mujeres chismosas y de alta sociedad que pasan sus días en el salón de belleza, brunch neoyorquino y desfiles de moda.
Amamos Sex and the City, pero las mujeres queremos algo más que ver historias y personajes que solo van de compras, sueñan con tener un bebé y tienen amigas descaradas soltando frases vulgares, además de por supuesto el arte de encontrar, mantener o recuperar a un hombre.
Es aquí donde historias como Girls Trip, Wine Country y Someone Great llegan en el momento perfecto. Porque nuestras ideas de lo que es y debería ser el amor han cambiado y evolucionado hasta el punto en que las películas románticas (como The Notebook) ya no parecen coincidir con la realidad. Amamos el romance y lo queremos en nuestras vidas, pero necesitamos más historias enfocadas en amistades femeninas, lejos de la presión por casarse o encontrar “al indicado”, fuera de intereses amorosos insípidos, besos forzados y toda esa blancura y heteronormatividad que componen las películas románticas y orientadas a mujeres desde los años cuarenta, y que Hollywood continúa dándonos.
En última instancia, es el tiempo y el compromiso de crear personajes femeninos fuertes lo que permite el éxito de una película. Y es precisamente lo que ha logrado J.J. Abrams con las nuevas películas de Star Wars o George R.R. Martin con Game of Thrones. Mientras los motivos de la industria se centren únicamente en el éxito de taquilla y no en la diversificación de la producción de Hollywood con historias genuinas, contadas por mujeres y para mujeres, este nuevo esfuerzo de feminismo y equidad en Hollywood no será más que un destello.
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