Santiago Caruso «El libro rojo»
Por: Daniel Anaya López
Olfatéame, mosca ciega;
hazme cosquillas
hasta que mis fluidos
te empapen.
¡Lame mis entrañas!
Construye un paraíso y
atibórralo de larvas ególatras
que lean la mente.
Mis ojos: gusanos blancos extasiados,
te darán la respuesta
en círculos de placer.
Mastica, mastica, mastica.
Detente, espera.
Mastica, mastica, mastica.
Degusta con tus patas
la tierra convertida en azúcar
y pregúntame una vez más
“¿por qué lloras?”
Coágulos de incertidumbre
que se adhieren a tu vientre.
A otros silencios.
A tu libre albedrío.
Grita con las cuerdas del infinito.
Que el sonido iracundo de tu enjambre
rebote en nuestras conciencias.
Como la luz,
Como el olor,
Como tu nombre.
Entra en mi boca,
mosca ciega,
y llévatelo todo.
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