Texto y fotografía by Samara Saavedra

Llegar a las diez de la mañana al Ángel de la independencia un domingo, con carriles cerrados y los vagones del metro repletos de familias enteras en dirección a Chapultepec, es una hazaña para cualquier mortal, alias clase baja y trabajadora.

Ese domingo en especial fue grato ver a sus señoras alteza de Polanco, Interlomas y Santa fe pisar “parejo”, sin coche al menos pá ver como es la banqueta y tomarse fotos con el Ángel de fondito aprovechando el paso restringido, me sorprendió que no usaran el saludito corto, corto, largo, largo con las personas en bicicleta que paraban a ver a qué se debía tanta faramalla.

Play a la música; tomamos lugares, me arremangué la chaqueta, abrimos todos un poco más los ojos, apenas se vio el pie derecho de una modelo y se escuchó flash flash. Yakampot no estaba en mi lista de favoritos, me ganó el vestido amarillo, lleno de vuelo y holanes, falda y cuello plisado, el largo perfecto “ni muy muy, ni tan tan” cariñosamente le apode “El de las tetas tristes” por el par de pinzas que enmarcan los senos, como melancólicos.

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El vestido combinaba con los rayos de sol y la tristeza que sentí al no ver mucho público “externo”; personas comunes y corrientes, no sé, digamos mis compañeras de la Universidad, la chica con quien comparto taxi en la mañana y siempre tiene un outfit perfecto, la taquillera del metro Balderas, con su labial rojo despampánate.

Hace 10 años hubiera sido impensable, ver modelos mexicanas con ropa mexicana desfilar alrededor del Monumento a la independencia y los cuerpos de los héroes de la patria. Un chiste para mis profesores “Puma”. Para mí, un sueño, encantada de ser parte del público. Sin duda una estrategia social excelente por parte de la agencia COLOüRS.

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