Entre la realidad y lo absurdo

Estos días Santiago se ha comportado de una manera extraña, no lo entiendo…tal vez ya soy ajena a él, no deja de ser indiferente todo tiempo…

¿Qué es lo que no le agrada de mí? Sea lo que sea no hay razón para lo que hace, percibo la esencia de otra persona impregnada en todo su ser ¡Bastardo!…

Señora ¡Esto es de usted! una anciana desaliñada me ofrece un bulto de cincuenta centímetros aproximadamente.

Disculpe, creo que está equivocada- La miro con un gesto involuntario de repulsión.

¡Que lo detenga! ¡Es de usted!

Todas las personas que rodean mi entorno me observan, así que tomo el bulto entre mis brazos y me percato de un movimiento entre los harapos. Con curiosidad me asomo para observar un lindo bebé que sonríe. Analizo detalladamente sus facciones y puedo descubrir la identidad de la criatura ¡Soy yo! ¡Yo entre mis brazos! La niña sostiene la mirada y se me resbala de las manos por el terror que me produce, no me importa si se golpeará. El trapo cae al suelo completamente vacío.

La vieja pega una carcajada: Usted está perdida.

¡Lárguese! contesto con las manos en mi pecho, mientras que la vieja se disipa entre la muchedumbre…

Menos mal, he llegado al trabajo de mi marido.

Disculpe ¿Dónde puedo encontrar a Lizet Orozco?… Gracias.

Me acerco a su oficina y la observo con disimulo por la ventana, no logro ver su rostro ya que ordena cuidadosamente una cajonera. Ella es tan distinta a mí, su cabello rubio, el mío es negro, la forma de vestir extravagante de aquella mujer me hace sentir incomoda por la mía.

Lleva un vestido ajustado al cuerpo en color negro y tacones rojos. Ella atesora una personalidad impresionante, ni siquiera la conozco y ya me ha impactado. Me precipito a introducirme en la oficina, aunque quisiera correr. Lizet voltea y el mundo completo se detiene, mi corazón late con una fuerza implacable. Su rostro es gemelo al mío.

¿Por qué duraste tanto tiempo para entrar? habla con firmeza- Sé a lo que vienes, sé quién eres.

Eres lo que soy No pronuncio palabra alguna- Tu esposo era la única manera de llegar a ti- siento excesivas nauseas, ella continúa hablando- ¿Quién demonios va a querer estar con un hombre tan corriente? Me interesas tú desde hace tiempo.

Eres…

¿Quién soy? Dilo se acerca demasiado a mis ojos- Conozco lo que escondes, el veneno acumulado en tu corazón. La ropa refinada que utilizas no cubre tus intenciones, menos las máscaras del ser humano. Lo quieres matar, tú tienes esas ganas de clavarle las tijeras, o el cuchillo, o quizá un golpe en la cabeza con el martillo. Lo has pensado…lo sé.

¿Y si fuera Dios? se carcajea sarcásticamente y continua- No soy Dios, ni soy demonio. Soy tu energía, soy tú y te quiero a ti.

Doy media vuelta para salir de la oficina, su mano sostiene mi brazo y percibo una fuerza que no concuerda con su estilizado cuerpo. Me acorrala entre la puerta y su torso.

¿Qué pasaría si te como? Te voy a comer la mente y así ya no tendrás que encubrirte nunca más. ¡Fuera esa cara artificial! ¡No llores!

Toca mi mejilla con sus labios y posteriormente todas sus papilas gustativas están sobre mi pómulo. Yo cierro los ojos suplicando que el presente sea sueño, los abro… la luz de la mañana me lastima la vista. Recostada en mi cama pude comprender que únicamente fue un sueño.

Mi esposo entre dormido frente a mí, lo beso en los labios y volteo mi cuerpo hacía el lado inverso; que tranquila estoy de que sólo fuera una tonta utopía. Vuelvo a abrir los ojos y observo la espalda desnuda de una mujer blanca con rubios cabellos, ésta se voltea hacía mí ¡Es ella! ¡Soy yo! me sonríe, formando una seña de silencio con su índice y desaparece entre las sabanas…

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