je ne suis un homme facile
Un hombre típico. Imagínalo. Entrando en sus 30s. Alto, un poco moreno, se viste bien. Un casanova, que aprovecha cualquier oportunidad para acercarse a una mujer. Piropos por doquier, sinvergüenza. ¿Te suena a alguien? Probablemente.
Ahora imagina a ese mismo tipo, llamémosle Damien, quien tras un golpe accidental en la calle despierta en un en un mundo donde los roles se cambian y, por una vez, tiene que aprender a vivir ¡ojo! no como mujer, un hombre todavía pero con los roles de género inversos. «Je ne suis pas un homme facile» con tradicción No soy un hombre fácil, se llama este largometraje, francés y producido por la siempre creciente Netflix.
Como cualquiera de las autodenominadas feministas, creemos posible señalar todavía injusticias que trae el asignado papel de mujer en esta sociedad. Pero serían imposible vivir en paz dentro de esta sociedad de señalar, hacer hincapié o inconformarse con cada una de estas instancias. A veces una quiere simplemente existir, y si eso conlleva seguir reglas sin sentido, o dejar pasar situaciones incómodas, se termina por ceder simplemente por no vivir en constante pelea contra un sistema bien establecido.
Sin embargo ahí están. Verse bien en todo momento. Las miradas en la calle. La injusticia laboral. Las expectativas dentro de la relación heterosexual. Depilarse. Ropa incómoda. Sexo insatisfactorio. Quién domina los trabajos. Quién se encarga de la casa.
Pero en este mundo al revés, todo cambia. De pronto Damien tiene que aceptar que le quiten no sólo un proyecto laboral, sino que su jefa se le insinúe. De pronto, ¡sorpresa! está en el otro lado de recibir comentarios o cumplidos en espacios públicos que no pidió y aunque ciertamente lo halagaban al principio finalmente se harta.
Es delicioso. Es comedia, aunque el chiste nos deje un regusto amargo. Es reírnos porque ninguna mujer en este mundo se depila las piernas, pero tienen la libertad de decir que les -bloquea- el pelo en el pecho del hombre antes de tener sexo. Es cuando quiere estar cómodo en unos pantalones deportivos pero que dicen HOT en grandes letras brillantes estampadas en el trasero.
Dejando el humor negro de lado, la película maneja de forma insuperable los momentos de fragilidad, de esa red femenina de apoyo que en el otro mundo es entre hombres. El encargado de la limpieza dándole una llave cuando no debe, «hay que apoyarnos entre nosotros» le dice suavemente, con un guiño. Una plática con su padre, donde este le dice que a veces, tuvo que tener sexo con su esposa por que no había otra opción, ella quería. Un adolescente entrando a su sexualidad forzado por las circunstancias, un hombre adulto que afirma «Me hacía sentir inteligente», antes de echarse a llorar, porque fue utilizado y sí, en su mundo al revés eso pasaría.
Y la cara del protagonista es impagable en cada realización porque por primera vez se da cuenta, se inconforma, no sabe qué decir. Sabe que es injusto, porque le pasa por primera vez a él.
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