Por Una Buena Brujer
-Creo que, si fueras un poco más accesible y afectuosa, te pintaría mejor la vida-, han afirmado amigos y compañeros de trabajo, casi toda mi vida. Yo digo que accesible y afectuosa son eufemismos que disimulan la lambisconería y coqueteo ladino en una oficina.
Es que, ¿sabes?, ¡no es lo mío!, sinceramente no nací con ese programa de la zalamería barata; especialmente con aquellos que tienen varios ceros en su cuenta bancaria; mi parámetro para sentir respeto por alguien radica en la congruencia entre su hacer y su decir, y dan un trato por igual al más pequeño y al alto jerarca en el organigrama de una empresa.
Me causa tanta pena y compasión aquel que rinde honores al poderoso “¡pase Ud., señor director, sus flatulencias nunca huelen!”, y tiraniza al subalterno cuyo trabajo lo hace quedar bien. Algo así, diría el libertador José de San Martín: “la tiranía es una discapacidad que afecta a pobres infelices que se encuentran de golpe con una miserable dosis de poder”.
Nada está escrito, y yo creo que la vida da tantas vueltas como aquella rueda de la fortuna inmensa, llamada Estrella de Puebla en el estado del mismo nombre, en la que vi media ciudad desde lo alto. Mientras estaba en la cima de la rueda, quería con esa vista majestuosa, sacudir de los hombros a las personas pegadas a su celular, perdiéndose del disfrute del aquí y el ahora en ese sutil movimiento.
Luce todo tan pequeño, el viento sopla tan lindo y vemos a las personas tan insignificantes que casi olvidamos que nada es estático, y que nuestra suerte podría estar en las góndolas pegadas al suelo en cuestión de minutos. Los 80 metros de altura de esta estructura móvil podrían cambiar y que tu posición podría ser más desafortunada; y es verdad, cuando pasas por una racha desventurada, cerca del piso, en medio de un ambiente convulso, desolado, debe ser debilitante porque fisura la falsa confianza; y aquellos a quienes descalificamos y humillamos, podrían estar ahora mismo en la cúspide de la rueda.
Pero al ras del piso, yo podía percibir las emociones de los niños jugando libremente en las fuentes con el agua helada en ese invierno, podía ver los colores más vivos, por ello creo que debemos vivir y sentir cada uno de los parajes que la rueda de la fortuna de esta vida nos coloque; y es precisamente en la pobreza o la abundancia, donde muestras tu grandiosidad o mezquindad.
El balance radica en permanecer fiel a tu esencia, siendo congruente con el viaje que te otorgue la vida, independientemente del lugar donde te encuentres, y con las personas que el Universo cruce por tu existencia.
Cuando vayas este hermoso lugar, visita la estrella de Puebla y recuerda disfrutar la cima de la rueda, pero también la realidad calma del piso.
Ya quedamos.
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