Texto y FotografĂa por
Octubre 2019
SĂ. Todos somos sobrevivientes de algo o alguien(es). Alguien que nos rompe en un punto de inflexiĂłn que nos transforma en algo más calculador, escĂ©ptico, irreverente y solitario. Con justa razĂłn, buscar la soledad a toda costa, debe estar relacionado con alguien que nos curĂł sádicamente de la ingenuidad, pero tambiĂ©n de nuestra inconsciencia.
Yo buscaba la soledad en aquel verde lugar, deseaba que ese hechizante paisaje fuera solo para mĂ; que el aroma musgoso permaneciera en mis pulmones por mucho tiempo. Francamente, me estorbaban las risas y hasta los murmullos de otros que visitaban la ex-hacienda. ¡¿QuiĂ©n no podrĂa rendirse ante tal espectáculo inmĂłvil y perfecto, en si-len-cio?!
Estoy convencida que la vida en buena parte, es eso que pasa mientras no paramos de hablotear y hablotear baratijas.
DesviĂ© mis pasos hacia un puente de madera crujiente, cĂłmplice de mi solitud, que me llevĂł a un rĂo cristalino lleno de peces y de mil historias que contar, cuyo caminito disfrutaba entre ramas y troncos por encima de mi cabeza. SeguĂ el cauce del arroyo hasta que con sorpresa aparecĂ del otro lado del lago que amorosamente envuelve al castillo de Gillow.
Menos personas, un ¡hurra! para mi autofilia
Los árboles gigantes que rodeaban ese claro proveĂan la sombra y frescor hĂşmedo que convertĂa al musgo en el vestido más asombroso para sus gallardos troncos y la tierra que pisaba. AhĂ, cubierta de esos claroscuros vi reflejada la forma en que muchos solitarios viven: rodeados de personas todos los dĂas; poniendo a dieta sus genuinas conductas evasivas y silentes, creando confianza genuina pero desconfiando de los demás, que perciben sus vidas como un misterio.
Al rodear por completo el lago, lleguĂ© por fin al aparentemente inaccesible castillo que, finalmente se presentĂł más fraterno y cercano de lo que lucĂa la distancia. Incluso perdiĂł algo de su gran dimensiĂłn pero no de su magnificencia.
El castillo colmado fuera y dentro de un sinfĂn de personas maravilladas, no perdĂa el toque de humildad pero tampoco de unicidad que necesita un alma solitaria como la que muchos moran, y que habla para sĂ misma un idioma que nadie más comprende. AsĂ viven los solitarios, vidas paralelas que se unen sĂłlo en el silencio absoluto.
“Todos tenemos tres vidas: una pública, una privada y una secreta”
 Gabriel GarcĂa Márquez.
Comentarios con Facebook