Por Una Buena Brujer
Dicen que uno siempre regresa a los lugares donde amó la vida, y también donde sentimos que fuimos amados por ella. Y no es una dirección que Google Maps nos refiera, no. Son aromas, subidones de temperatura en el pecho o en la nuca; sonrisas cómplices cuando experimentamos una epifanía y, -por fin- comprendemos lo que tanto nos confundía, así: en cinco segundos. Libros que fueron enviados por el Universo, vida, Dios… o como decidas llamarle.
Nos encuentran justo cuando estamos listos para escucharlos. Así es, un libro no solo se lee, también se escucha y comprende. Un libro nos elige cuando nuestro nivel de consciencia está por encima de un ego mal colocado y éste se va leyendo solito a través de nuestros ojos y el mundo desaparece a nuestro alrededor.
¿Has tenido esa sensación?
Yo puedo huir del mundo con una lámpara baja, un difusor que exhala aroma a lima e incienso y, por supuesto, mi libro en turno. Un libro que me espera paciente cada atardecer listo para mostrarme lo que al Universo voy cuestionando entre sueños y vigilia; hojeando ávida, pero cautelosa para que no se termine nunca y en cada página final dispuesta estoy a vivir el duelo trágico y maravilloso de habernos encontrado en el mismo tiempo y espacio.
-No estoy llorando- me digo, justificante, -solo se me metió una historia al ojo-, y también se me metió una coincidencia y una verdad abrumadora y contundente. El libro me agarra a verdadazos, pues; y nos damos cuenta que estamos viviendo y luchando por achicarnos y vivir una vida demasiado pequeña. Caes en cuenta que este libro te fue enviado para descongestionar tu subconsciente y hacer algo al respecto, así ya no tienes permitido quejarte, solo hacer cambios.
Lo sabes.
Por ello, cuando regresas a un libro inconcluso o lo lees por segunda o tercera ocasión, siempre parece que hay información nueva y que algo cambió. No. Cambiaste tú, tu consciencia y tu apertura; y con humildad y la espada envainada puedes comprender lo que antes, parecía tan confuso y olvidaste.
Ahora has decidido abrazar tu lectura y felizmente desenchufarte, porque de un libro sabio y exacto nadie vuelve intacto (gracias a Dios).
Así que ya sabes que es una blasfemia dejar impecable a un libro… debe ser llorado, reído, cuestionado, y con dejos de reclamos, súplicas, carcajadas y lágrimas. No menos.
Comentarios con Facebook