Texto y fotografía por: Amparo B.V
Sin embargo una vez pongo un pie dentro me encuentro frente a frente con una incesante fábrica de creatividad. La mesa principal se encuentra cubierta de trozos de yeso seco, mientras que yeso aún líquido y espeso es vertido sobre cabezas de maniquies de unicel.Situada en medio de la colonia Vallejo, por fuera, esta casa no se delata de sus vecinas con nada fuera de lo normal; la única pista es de una pequeña estampa negra junto al timbre que dice “Talento Áureo”.
Un breve recorrido me muestra más de 30 piezas de escultura creadas por estudiantes y maestros: monstruos, aliens, alebrijes, personajes de cómics y caricaturas se mezclan en cientos de colores y estilos.
La clase de los bustos (que más tarde aprendo que es un taller para crear máscaras de látex) termina, pero me invitan a unirme al siguiente, un taller express para crear llaveros o dijes con plastilina epoxica en tan sólo dos horas.
El instructor nos da el material y nos guía en todo momento, desde recomendaciones de la mejor marcas si queremos repetir el proceso en casa, hasta en la preparación de la plastilina, cómo combinarla, darle color y moldearla. Incluso a través de mi nula capacidad con las manualidades, gracias a su ayuda logré hacer la figurita que elegí, un Tata de BT21 y miro a mis compañeras, quienes crearon un puerquito y un Mickey Mouse. A pesar de mis manos llenas de pintura, mientras termino los últimos detalles de Tata me doy cuenta que todo el mundo sonríe en la mesa.
Una vez puesta a secar mi pequeña pieza, voy a investigar cómo empezó este gran concepto.
En febrero de 2018 abrieron por primera vez, me platica Gerzahim García, iniciador del proyecto Talento Áureo, junto con su socio Diego Casillas. Aunque originalmente habían planeado tener talleres de diseño y comunicación, rápidamente notaron que lo que realmente la gente buscaba eran las artes plásticas, o como las llama el nuevo gobierno, artes visuales.
La escultura es la base de la mayoría de los talleres que se imparten. De ahí se ramifica, aplicándola para escultura conceptual, creación de máscaras, puppets para stop motion y la ilustración.
Artistas, actores de teatro, productores de películas o comerciantes se encuentran constantemente en la búsqueda de props y creaciones personalizadas para sus propias presentaciones, que Talento Áureo provee.
A diferencia de otros talleres enfocados a profesionales y personas que piensan dedicarse a la industria del cine, que pueden llegar a tener costos de hasta 5 mil pesos y duraciones de hasta 6 meses, en Talento Áureo tienen muy en claro que las personas necesitaban una opción accesible en cuanto tiempo y dinero, para principiantes e interesados en la creación por puro placer.
El costo puede variar de talleres de un día por 300 pesos hasta de un mes por alrededor de mil, dependiendo de lo que se busca.
Mientras Gerzahim me cuenta más detalles, no puedo evitar admirar la diversidad de estilos que veo en las piezas que me rodean, y la variedad de personas que disfrutan las clases.
Jorge tiene 50 años, y un curso de modelado básico para hacer una caricatura para su nieto se volvió en otro curso de arcilla, otro de moldes y recientemente uno de hiperrealismo. Aunque es optometrista de profesión, encontró en Talento Áureo un espacio de esparcimiento e incluso de reflexión. Participará en una exposición para concientizar sobre los aún afectados por el terremoto del pasado septiembre, con una pieza que me enseña, es un bombero sin cara sosteniendo un hombre del brazo, el hombre formando perfectamente un mapa de México.
“Mi esposa me pregunta por qué no tiene rostro. Es porque podría ser cualquier bombero. No muchos reconocen mucho su trabajo,” me explica. Me cuenta que en su casa está haciendo por su cuenta un árbol que dos de sus ramas son brazos, en sus brazos un bebé que mama de un seno, que es en realidad un libro abierto.
Jorge y Sonia son los miembros con más antigüedad en las clases. En ella, su cabello cano no parece reflejar la misma edad que me da su sonrisa amplia y llena de vitalidad bajo su gorra. Mis ojos recorren sus brazos y cuento al menos dos tatuajes de gatos y otros tantos de calaveras, antes de llegar a sus manos que sostienen un busto de Alucard, e inmediatamente siento el deseo de que sea mi nueva abuela.
A Sonia no parece importarle doblarle la edad a sus maestros.
«Cuando mi hijo vivía, ya me la pasaba yo de arriba para abajo entre jóvenes» me cuenta mientras modela con sus manos un listón de resina que formará el pelo del vampiro anime.
Al dejar Talento Áureo, con un nuevo llavero y unas enormes ganas de pasar por plastilina en mi regreso a casa, siento que todos, maestros y alumnos han encontrado en esa casa una pasión bellísima: el poder crear con las manos desde cero, algo nuevo.
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