“No hay lugar como el hogar”
Dorothy Gale “Wizard of Oz”
Texto y fotografía por: Nancy Torres López
Hace un par de días me mudé fuera de casa, a una distancia temporal de más de medio día en automóvil, de una capital imponente y monstruosa a un pequeño y sencillo pueblo a las afueras de la selva, que se llama así mismo ciudad.
¿Por qué ha sido?
Trabajo
Me estoy dedicando a lo que me gusta, y eso es una de las cosas que más me aterra, de cierto modo.
¿No debería sentir todo lo contrario? Bueno, pues es ahí cuando entiendes, que hay que tener cuidado con lo que se pide al universo porque puede serte concebido; y por supuesto me siento agradecida con el tan grande suceso que me acaba de conceder, pero la verdad es que una es alocada y torpe, y a veces no se siente lista para lo que quiere o dice querer.
Tengo quizás la mitad de mi vida pesando como sería irme de casa, y proponiéndomelo como meta desde hace más de 10 años, no haberlo hecho antes de manera definitiva fue bajo el pretexto de que prefería ahorrar y viajar que pagar renta, y era así, pero ciertamente también resultaba muy cómodo seguir acurrucándome en el nido. Sin embargo, poco a poco la sensación de tener que “volar” de este se hacía más grande, amarga y con mayor incidencia en mis niveles de ansiedad.
Ahora tengo 27 años y, a pesar de haber viajado y conocido ya alrededor de 15 países, nunca he vivido de manera establecida en otra casa que no sea la casa de mi madre; sí, viví en un mismo lugar por más de un mes en la zona del Himalaya, compartí casa en Playa del Carmen con varios amigos y otros hippies por otro mes, y así tengo más ejemplos.
Siempre guardaba en el equipaje mi boleto de regreso
La diferencia es que yo asimilaba segura mi vuelta a casa, con mi madre. Ahora, la idea es no volver a vivir con ella de no ser realmente necesario y de corta temporalidad.
Con el tiempo se entiende más cuando te dicen que las decisiones se deben tomar sin mirar atrás. Una compañera con la que hice teatro hace unos 15 años, siempre nos decía “pa’ atrás, ni pa’ tomar impulso”. Y es verdad, no podemos tomar decisiones basándonos únicamente en aquello que alguna vez conocimos y/o vivimos, ya que esto puede tornarse en un factor limitante frente al abismo que produce en el pensamiento elegir si ir hacia la izquierda o hacia la derecha, cuando no hemos andado por ninguno de esos caminos.
Es válido (necesario) utilizar también la imaginación y los sueños en las tomas de decisiones
Bien, supe que me mudaría desde un mes antes, cuando me ofrecieron el trabajo; me habían primero sugerido irme a la semana de cerrar el acuerdo, cuando esto ocurrió fue como experimentar un zarpazo de anestesia haciéndome sentir atontada, tranquila, poco concentrada, anonadada… quería asustarme pero igual no entendía bien lo que pasaba, quería expresar alegría pero igual, NO entendía bien lo que pasaba.
Al final quedé poco más del mes en el lugar de origen, aunque el tiempo corrió a toda prisa entre preparar mi mente y mi equipaje. La gente comenzó a despedirse de mí, a abrazarme, a desearme cosas buenas, y todo normal, pero en el fondo, como que entre me daba risa y me exasperaba algo de dicho hecho: todo mundo entendió mejor que yo que me iba, y yo, ya llevo una semana acá y para mí pasa como que no estoy realmente en ningún lado, ni cerca ni lejos de todo.
Mucha gente está yendo y viniendo para conocer/forjar su destino; por ejemplo: una de mis mejores y más antiguas amigas también parte. Dice haberse hartado de que su padre, su hermano, y yo, subamos fotos por todo el mundo a las redes sociales, le contemos nuestras experiencias y trasmitamos extranjeros aprendizajes y ella no haber estado ahí. Me hace tremendamente feliz saber que, aunque ella desde hace años ha vivido sola, vuela por primera vez fuera del país para estar consigo y sin planes de regresar, pero tampoco puedo dejar de sentir emociones revueltas y poco claras al hacerme consiente de que no sé cuándo o dónde nos volveremos a ver.
Nos volveremos a encontrar todas, todos, ya sea en estas u otras tierras, en este y otros tiempos, en esta u otra vida
Los días que llevo acá poco he conocido de mi nuevo hogar, pero mucho he interactuado con personas que serán mi nuevo círculo y amistades. Por ahora, no puedo hablarles de lo que es vivir en sitios nuevos porque no es todavía el caso, pero puedo compartirles un poco de cómo me sienta el inicio de la nueva etapa que estoy segura será un cambio para el resto de mi vida.
No conocer el territorio de manera profunda hoy abre ante mí las puertas a distintas posibilidades, dentro de las cuales puedo rescatar de forma devota como una de las más importantes el forjarme en ser plenamente consciente de mis pasos, de cada uno de ellos, por miedo a errarlos, por inseguridad del camino, quizás por temer al riesgo de estar en una continua perdición, quizás por algo más o algo menos racional, pero al final fomentando y fortaleciendo en mí la atención y concentración que significa estar en paz sin dejar de estar alerta, viviendo entregadamente el presente, independientemente de sí ando (o no) en el sendero “correcto”.
Entonces te das cuenta de lo necesaria que es la gente como parte de los cambios, y la necesidad de sentir confianza, humildad, cariño, paciencia, escucha… frente a todos y todas, para sí dejarte guiar, para que no estés ni te sientas sola, solo.
En estos momentos más que percibir que al despertar tengo un día más de vida, vivo y cuento como cada mañana un día menos, (sin querer ser pesimista) me concientiza sobre la importancia de aprovechar el tiempo haciendo lo que amo, sea pasar el tiempo con mis seres queridos, viajando, trabajando en lo que considero es mi pasión, o simplemente pasando el rato en compañía de mí misma
Todo ello lo agradezco sincera e infinitamente
Volar y dejar el nido es un momento en la vida que, si eres como yo de esas personas que todo les crea ansiedad, melancolía y nostalgia, significará un torbellino de emociones y sensaciones de todo tipo, pero (puedo jurar) tendrás la seguridad de que en un futuro llegará un cumulo enorme de aprendizajes y con ello la satisfacción y reafirmación de toda pasada toma de decisión llevada a la acción.
¡Qué chingonsísimo es estar vivx y en movimiento! ¡Hacer y deshacer! ¡Equivocarse y corregirse!
Así es: “no hay lugar como el hogar” pero no el hogar deber ser aquel lugar, espacio, donde un decida poner el corazón.
Comentarios con Facebook